También desarrollaron una prueba de diferenciación del cáncer gástrico difuso o intestinal
Son resultado de una investigación que ya cuenta con un número de solicitud de registro de patente
BUAP. 1 de marzo de 2016.- Un grupo de investigadores y estudiantes de la Facultad de Medicina de la BUAP desarrolló una prueba de detección de cáncer gástrico en estadios tempranos, que brinda resultados en cerca de dos horas. Se trata de la primera prueba rápida para el diagnóstico de este tumor maligno, la cual se realiza a través de la técnica de laboratorio llamada ELISA.
Este mal representa la segunda causa de mortalidad por tumores malignos y de acuerdo con la Asociación Mexicana de Lucha contra el Cáncer (AMLCC) 80.2 por ciento de los casos se diagnostica en etapas tardías. En 2013, en México hubo 4 mil 327 casos de cáncer gástrico en hombres, de los cuales el 84 por ciento falleció; y 3 mil 532 casos en mujeres, de las cuales el 88 por ciento murió.
El cáncer gástrico es un problema de salud pública, ya que no existen biomarcadores diagnósticos/pronósticos con elevada sensibilidad y especificidad para su detección oportuna. Ante ello, investigadores de la Facultad de Medicina de la BUAP, apoyados por alumnos de esta unidad académica, montaron la primera prueba de detección de cáncer gástrico en estadios tempranos, que brinda resultados en cerca de dos horas.
Dicha prueba se realiza a través de una técnica de laboratorio llamada ELISA, caracterizada por detectar pequeñas partículas -antígenos, habitualmente fragmentos de proteínas- y gérmenes que causan enfermedades. Es usada en hospitales para identificar gérmenes agresores en la sangre y orina, como el Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH). Según el antígeno colocado en la placa, es la determinación del virus.
María Alicia Díaz y Orea, responsable de la investigación, junto con el doctor Eduardo Gómez Conde, subrayó que la prueba ELISA, la cual utiliza suero –sangre- del paciente, logró detectar cáncer gástrico difuso (no diferenciado y de rápido crecimiento) e intestinal (el cual es diferenciado y lo padece la mayoría de los hombres).
La académica, nivel I del Sistema Nacional de Investigadores, explicó que para confirmar el tipo de cáncer se realiza una inmunofluorescencia en un corte de tejido de una biopsia del paciente. A dicha muestra se le aplica un anticuerpo CAG-5 obtenido por inmunización de conejos con el antígeno CGA-5 y purificado por precipitación. El anticuerpo CAG-5 ha detectado el cáncer gástrico difuso, con elevada sensibilidad y especificidad.
Generalmente, en los hospitales se utilizan como marcadores tumorales el CA-19.9 y el antígeno carcino-embrionario, los cuales no son biomarcadores específicos para cáncer gástrico, precisó la doctora en Ciencias Biológicas, en el área de Inmunología, por la UNAM. Por lo tanto, “somos los primeros en tener una prueba de detección rápida de cáncer gástrico y de diferenciación del tipo de cáncer: difuso o intestinal”.
Para avalar los resultados anteriores, los investigadores de la BUAP analizan muestras de pacientes con gastritis crónica atrófica, para buscar la proteína detectada en la prueba ELISA, aún en desarrollo. De este modo, se diagnosticaría a tiempo al paciente y se le atendería oportunamente.
Hacia la elaboración de una vacuna
La elaboración de esta prueba ELISA y de diferenciación forman parte del proyecto de investigación “Kit de diagnóstico de adenocarcinoma gástrico”, con solicitud de registro de patente ante el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI), número MX2013005114.
El estrés y una mala alimentación son algunos de los factores comunes que aumentan el riesgo de padecer esta enfermedad. Tal padecimiento ocurría entre la población mayor de 40 años; sin embargo, es cada vez más frecuente entre jóvenes de 20 años, de ahí la importancia de un diagnóstico oportuno.
Un paso importante dieron los doctores María Alicia Díaz y Orea y Eduardo Gómez Conde, quienes identificaron 21 antígenos que liberan células tumorales, de las cuales siete están presentes en pacientes con cáncer gástrico y en sujetos normales. Se trata de antígenos de secreción (proteínas), obtenidas del cultivo de células tumorales gástricas.
En los pacientes con este tipo de tumor maligno se encontraron específicamente tres proteínas que denominaron CAG-1, CAG-5 y CAG-6. Las proteínas CAG-1 y CAG-5 (de cáncer gástrico) son reconocidas por el 75 por ciento de los pacientes con adenocarcinoma gástrico, y la CAG-6 por el 62.5 por ciento, lo que indica que son propias del tumor.
A partir de estos resultados, los investigadores han desarrollado anticuerpos policlonales contra esas proteínas, con el fin de verificar si son antígenos de superficie de la célula tumoral, o si fueron liberadas por la célula tumoral durante su cultivo.
Las células tumorales son como cualquier parásito: liberan al medio ambiente proteínas que van a proteger y proteínas que van a facilitar la invasión del paciente. Estas últimas actúan sobre las moléculas de superficie o sobre las cadenas de los receptores del linfocito T -célula central del Sistema Inmunológico-, inactivándolo y facilitando la invasión y metástasis tumoral.
En el Laboratorio de Inmunología Experimental de la Facultad de Medicina, los científicos comprobaron que las proteínas CAG-1 y CAG-5 detectan cáncer gástrico intestinal y difuso, respectivamente. Mientras que CAG-6 es un antígeno facilitador, por lo que se estudia cómo bloquearlo para evitar el desarrollo del tumor, detalló Díaz y Orea.
En la investigación, igualmente, los pasantes de Medicina Miguel Ángel Marín Briones, Mariana Roncal, Bruno Eduardo Reyes, Ana Luisa Galicia Zamalloa y Bruno Andrés Domínguez Mazzocco estudian estas proteínas que liberan las células tumorales, a través de fragmentos de tumores de pacientes con cáncer gástrico que entran a cirugía, y que son proporcionados por el cirujano.
Tras años de estudio y experimentación, las pruebas de laboratorio permiten garantizar la efectividad en el diagnóstico oportuno del cáncer gástrico. El estudio de estos antígenos, con avances alentadores en el tratamiento y cura de este mal, ha dado pauta a la generación de una vacuna, aunque para concretar esta meta se necesitan realizar más pruebas en tumores.