Historia Universitaria
Nuestra Historia
La Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, cuyas raíces se remontan al siglo XVI, constituye un gran pilar de la educación superior y la investigación científica en la región, y ocupa un destacado sitio entre las universidades públicas del país, gracias al esfuerzo conjunto de todos los miembros de la institución.
Lo que hoy es la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, es fruto de una larga historia que se remonta al 9 de mayo de 1578, cuando un grupo de religiosos jesuitas establecieron su residencia en Puebla, y a petición expresa del Cabildo de la ciudad fundaron el Seminario de la Compañía de Jesús de San Jerónimo.
Nueve años después, erigieron un colegio destinado a la formación de las nuevas generaciones novohispanas.
Colegio del Espíritu Santo
La institución fue patrocinada por el mercader don Melchor de Covarrubias y se fundó mediante una escritura fechada el 15 de abril de 1587 con el nombre de Colegio del Espíritu Santo.
Con el capital donado por Covarrubias, hacia 1670 se inició la construcción del edificio que hoy conocemos como Carolino, inmueble que se terminó ya avanzado el siglo XVIII, aunque en el siglo XIX se le hicieron más agregados, y las fachadas sur y oriente se modificaron a principios del siglo XX.
Desde su fundación, el Colegio del Espíritu Santo fue el foco del humanismo y de la ciencia en la región centro oriente de la entonces Nueva España. Sus aulas recibieron a destacados hombres de letras y humanidades, como Carlos de Sigüenza y Góngora, Antonio del Rincón, Francisco Javier Solchaga, Diego José Abad, Francisco Javier Alegre y Francisco Javier Clavijero.
Los conflictos políticos en España, con el ascenso de la Casa de Borbón al trono español y su confrontación con la Compañía de Jesús, repercutieron en el Colegio del Espíritu Santo. El 25 de junio de 1767, los jesuitas fueron expulsados de los dominios españoles por el rey Carlos III. Del Colegio salieron rumbo al destierro 61 religiosos jesuitas, acompañados de sus correligionarios de los colegios de San Ildefonso, San Javier, San Ignacio y San Jerónimo, ubicados también en la ciudad de Puebla.
Real e Imperial Colegio
Ejecutada la expulsión, todos los colegios que dirigían los jesuitas se fundieron en uno solo al que se le denominó Real Colegio Carolino, en honor de Carlos III, de donde tomó su nombre actual el antiguo edificio del Colegio del Espíritu Santo.
En 1820, apenas un año antes de la consumación de la Independencia de México, los jesuitas regresaron a Puebla y a su colegio al que renombraron como Real Colegio del Espíritu Santo, de San Jerónimo y San Ignacio de la Compañía de Jesús, cuya existencia fue efímera, pues abrió sus puertas el 2 de octubre y los jesuitas fueron nuevamente expulsados del país el 22 de diciembre.
Consumada la independencia, la Regencia del Imperio autorizó el restablecimiento de la institución bajo el nombre de Imperial Colegio de San Ignacio, San Jerónimo y Espíritu Santo.
Colegio del Estado
La caida del Imperio y el establecimiento de la República precipitaron cambios importantes en el Colegio. En 1825 el Congreso local lo transformó en Colegio del Estado, lo que le dio un carácter público, laico y gratuito.
Durante la Intervención Francesa y el Segundo Imperio, la ciudad se sintió atraída por la aparente seguridad que ofrecía el gobierno conservador. Por fortuna lo efímero de esta etapa política y las dificultades económicas de la Institución impidieron cambios a fondo en la estructura del Colegio, pero no obstó para que el edificio se destinara a funciones que nada tenían que ver con la enseñanza. Así, en este recinto fue encarcelado el general republicano Porfirio Díaz.
A la caída del Imperio el Colegio se transformó totalmente; las ideas liberales sustituyeron a las normas santanistas que lo regían y una vez consolidada la República, los destinos de este centro de estudios fueron trazados por tres prohombres del liberalismo: Ignacio Manuel Altamirano, Ignacio Ramírez y Guillermo Prieto, que orientaron la enseñanza hacia el positivismo.
En los albores de la Revolución, los estudiantes del Colegio del Estado no fueron ajenos a las inquietudes políticas y los ideales democráticos abanderados por Francisco I. Madero, quien fue recibido a las puertas del edificio Carolino el 14 de mayo de 1910, en plena campaña por la Presidencia de la República. En su memoria, el espacio abierto frente al Carolino lleva hoy el nombre de “Plaza de la Democracia”.
Universidad de Puebla
Junto a las luchas sociales y políticas de la época, los estudiantes del Colegio del Estado demandaron la transformación de éste en Universidad con plena autonomía, emprendiendo movimientos en favor de tal reivindicación en 1917, 1923 y 1932.
Tanto la transformación del Colegio y la autonomía fueron demandas retomadas por grupos conservadores, en este contexto histórico el gobernador del estado de Puebla, general Maximino Ávila Camacho, anunció el 1 de febrero de 1937 la transformación del Colegio en Universidad. El 14 de abril de ese año el Congreso del Estado decretó la creación de la Universidad y facultó al Ejecutivo para dictar las leyes pertinentes. El 23 de abril, se expidió la Ley Orgánica de la Universidad de Puebla y se nombró primer rector de la Institución al licenciado Manuel L. Márquez.
Universidad Autónoma de Puebla
Durante dos décadas la Universidad se mantuvo bajo la dirección del gobierno; sin embargo cuando en 1951 el entonces gobernador Rafael Ávila Camacho intentó militarizarla, volvió a renacer el reclamo de autonomía que se transformó en un movimiento estudiantil que tomó fuerza en 1956. Ya entonces, al interior de la Universidad se mantenía una confrontación entre dos corrientes políticas inspiradas en ideologías antagónicas: los conservadores, amparados en un feroz anticomunismo, y los liberales, con quienes se identificaba un número creciente de profesores que impulsaban el desarrollo de las ciencias y la investigación.
Ambos grupos presentaron sus propuestas de autonomía. Unos, exigiendo libertad total frente al Estado, que se obligaría a otorgar a la Universidad un patrimonio que le permitiera a ésta desligarse totalmente de la tutela gubernamental; otros, demandando la autonomía pero preservando la obligación del estado de sostener económicamente a la institución para garantizar su carácter público y gratuito.
La unidad de autoridades, docentes y alumnos logró que el gobierno del estado enviara al congreso local una iniciativa de ley que otorgaba autonomía a esta Casa de Estudios. La legislatura local discutió el proyecto los días 21 y 22 de noviembre de 1956 y el Diario Oficial del Estado de Puebla publicó el 23 de noviembre la Ley de la Universidad Autónoma de Puebla.
Sin embargo, las aspiraciones de los universitarios iban más allá de una autonomía formal para su Universidad, pues la estructura de la casa de estudios descansaba en un Consejo de Honor, cuyos integrantes fueron nombrados por el gobernador del Estado. Ello agudizó la lucha entre liberales y anticomunistas, misma que llegó a su clímax en 1961.
La Reforma Universitaria
Una manifestación en apoyo a Cuba, el 16 de abril de 1961, fue el detonante del movimiento de Reforma Universitaria que concluyó con la reafirmación del carácter laico de la educación superior pública y la promulgación de una nueva Ley Orgánica, en 1963.
La década de los 60 fue una etapa dificultosa para la Universidad debido a las pugnas entre grupos con ideologías y proyectos políticos opuestos. A pesar de estas turbulencias, en enero de 1968 el gobierno del estado entregó las instalaciones de Ciudad Universitaria, construida por la Fundación Mary Street Jenkins, en terrenos del ejido de San Baltasar Campeche, al sur de la ciudad de Puebla.
En la siguiente década se impuso un modelo de Universidad Crítica, Democrática y Popular que fortaleció la investigación científica y la vinculación con los sectores más necesitados de la sociedad. Se creó el Instituto de Ciencias, se consolidó la Escuela de Físico Matemáticas y nacieron los primeros estudios de posgrado: maestría y doctorado en Física. Asimismo, se desarrolló un trabajo de extensión universitaria y difusión de la cultura que vinculó la docencia con la respuesta a necesidades sociales.
Benemérita Universidad
La trayectoria de la Universidad Autónoma de Puebla y su presencia en el desarrollo de la ciencia y la cultura en el estado de Puebla, merecieron el reconocimiento del Congreso del Estado, que le otorgó el título de Benemérita el 2 de abril de 1987.
El modelo de Universidad Crítica, Democrática y Popular que se venía aplicando se agotó e hizo crisis entre 1988 y 1990. Sin embargo, la madurez de la comunidad universitaria y la intervención responsable de los miembros del Consejo Universitario lograron sacar adelante a la institución, en la que se inició un camino de desarrollo académico, científico y cultural que la ubica hoy entre las mejores universidades del país.