Domingo, Julio 1, 2018
De 76 cepas aisladas, 50 toleraron hasta un 50 por ciento el contaminante. Con ello se busca reducir el impacto ambiental de aguas residuales no tratadas
En México, sólo el 20 por ciento de aguas residuales son tratadas. El resto se vierte en cuerpos de agua, acción que pone en riesgo la salud de la población y la integridad de los ecosistemas, por su alta concentración de microorganismos patógenos y metales pesados, entre otros contaminantes.
Ante esta problemática, la doctora Rocío Pérez y Terrón, académica de la Facultad de Ciencias Biológicas de la BUAP, estudia la factibilidad de usar ciertas bacterias que se alimenten de compuestos químicos tóxicos, como solventes y colorantes, para disminuir la concentración de contaminantes.
Tras recolectar muestras de efluentes provenientes de corredores de los parques industriales Puebla 2000, La Resurrección y Finsa, se aislaron 76 cepas diferentes, las cuales se sometieron a condiciones de crecimiento y añadieron tres tipos de colorantes y solventes. De esas cepas, se observó que 26 crecieron hasta en 30 por ciento del compuesto; el resto toleró hasta 50 por ciento del contaminante. De esas 50 cepas, se encontraron 12 especies, de las cuales Pseudomonas aeruginosa fue la más abundante, con 30 por ciento.
Con ello, se comprobó que “estas bacterias pudieron crecer en medios contaminantes y utilizaron los colorantes (rojo congo, cristal violeta y azul de metileno) y solventes (dicloroetanol, benceno y tolueno) como su medio de alimentación”, especificó Pérez y Terrón, doctora en Biotecnología por el Instituto Politécnico Nacional (IPN).
El siguiente paso de esta investigación será analizar los compuestos de desecho de las bacterias, para comprobar que este no sea más tóxico que el compuesto inicial mismo; así como la concentración degradada de los colorantes y solventes, ya que el objetivo es utilizar este patógeno en procesos de biorremediación de aguas contaminadas.
En este proyecto también participa el alumno Salomón Fuentes Cruz; los doctores Jesús Muñoz Rojas, Rebeca Martínez Contreras y José Antonio Rivera Tapia, académicos de la BUAP; así como la doctora Martha Bibbins Martínez, del IPN.
En busca del organismo adecuado
Rocío Pérez y Terrón, integrante del Cuerpo Académico 262 “Ecología Molecular Microbiana”, explicó que una vez recolectadas las muestras en recipientes estériles -con una profundidad de 10 centímetros, a los cuales se les midió pH y temperatura-, estas se transportaron al Laboratorio de Biología Molecular y Genética para sembrarlas en medios de enriquecimiento selectivos y diferenciales.
De igual manera, se realizaron pruebas de identificación bioquímicas para conocer el tipo de bacterias. Estas pruebas se conocen como galerías API 20E y 20NE. Las cepas más tolerantes a los diferentes compuestos tóxicos fueron detectados por amplificación y secuenciación de 16RDNA.
El Parque Industrial Puebla 2000 fue la zona en la que se encontró un mayor número de cepas, 27, en comparación con los otros dos parques industriales.
En los medios de cultivo se adicionaron diferentes concentraciones de contaminantes (solventes y colorantes), para evaluar el crecimiento de las bacterias. Al colocar estos compuestos, se redujo la fuente de carbono del medio de cultivo, para que utilizaran el compuesto adicionado. “Las bacterias que más nos interesaron fueron de la especie Pseudomonas aeruginosa”, indicó la investigadora.
Este tipo de bacteria es capaz de modificar sustancias químicas peligrosas, transformándolas en otras menos tóxicas, por lo que es usado y estudiado en biorremediación. Lamentablemente, Pseudomonas aeruginosa también es conocida por ser un patógeno oportunista en humanos y causante de diversas complicaciones.