Investigadores de la BUAP encontraron cuatro nuevos registros de hormigas en la entidad.

Investigación

El estado de Puebla aumentó su diversidad biológica

BUAP. 4 de agosto de 2017.- Por su tamaño, entre 0.6 y 1.9 centímetros, según la especie, las hormigas pueden pasar desapercibidas. Sin embargo, estos insectos predominan en casi todo el planeta, el papel que desempeñan dentro de los ecosistemas permite valorar el grado de perturbación de los mismos. Estos insectos favorecen la aireación del suelo, incorporan materia orgánica a este y promueven la filtración del agua. Por ello, son elementos clave para la subsistencia de los ecosistemas en los que habitan.

Para estudiar su función en el sustento de los ecosistemas, la doctora Hortensia Carrillo Ruiz, investigadora de la Facultad de Ciencias Biológicas de la BUAP, desarrolla una línea de investigación en la cual pretende determinar el papel que desempeñan en un ambiente urbano, en especial en las zonas verdes.

En 2009, realizó un listado de las hormigas que habitan en el Jardín Botánico Ignacio Rodríguez de Alconedo de la Institución. En esta investigación se encontraron cuatro especies que representan nuevos registros para el estado de Puebla; es decir, tipos de hormigas que ya habían sido recolectadas en otras partes del país, pero es la primera vez que se detectan en la entidad.

La responsable del Cuerpo Académico Biología Comparada y Relaciones Ecológicas informó que de la familia Formicidae (hormigas), existen aproximadamente 21 mil 847 especies a nivel mundial, agrupadas en 574 géneros. Hasta el momento, en México se tienen identificadas 884 especies de hormigas. Para el Jardín Botánico Universitario se catalogaron 11 especies, de las cuales cuatro resultaron ser nuevos registros: Brachymyrmex heeri, Camponotus conspicuus zonatus, Camponotus curviscapus y Monomorium cyaneum.

En este análisis se llevó a cabo una revisión exhaustiva de los listados publicados para la República Mexicana y el estado de Puebla. Para ello, se capturaron los ejemplares a través de trampas de miel, bajo un muestreo sistemático a lo largo de un año. Las trampas se transportaron al laboratorio para lavar, procesar y montar estos insectos en seco. Después, bajo el microscopio se utilizaron claves para identificarlos, en cuanto a género y especie; las identificaciones se corroboraron comparándolos con ejemplares depositados en colecciones nacionales.

La información cotejada permitió determinar el aumento de especies de hormigas que habitan en el estado. “Estos nuevos registros se suman a la diversidad biológica que alberga nuestro estado”, indicó la también integrante del Padrón de Investigadores de la Vicerrectoría de Investigación y Estudios de Posgrado de la Institución.

Ciencia básica aplicada a la conservación

Existe una relación inversa entre la perturbación de un ecosistema y el número de especies de insectos en ese sistema, así como el número de individuos por especie; es decir, su presencia, ausencia y abundancia pueden ayudar a determinar una mala o buena salud. Por ejemplo, hay especies resistentes a la deforestación y estas aumentan en número ante una perturbación o eliminación de la vegetación; en contraste, otras no toleran los cambios y llegan a desaparecer. De ahí que algunos grupos de insectos sean considerados como indicadores biológicos de un hábitat.

Siguiendo este planteamiento y con el objetivo de analizar la degradación de las laderas de la región de Valsequillo, en otro estudio desarrollado en 2014 la doctora Hortensia Carrillo Ruiz, junto con su equipo de investigación, estudió esta zona y encontró 13 especies de hormigas, un buen indicador a pesar de ser una zona perturbada.

También examinó, junto con integrantes del Cuerpo Académico Biología Comparada y Relaciones Ecológicas, el Valle de Zapotitlán, en Tehuacán, donde se registraron 13 especies de hormigas, entre ellas las granívoras Pogonomyrmex barbatus, Pheidole tepicana y Pheidole skwarrae. Estos datos muestran que esta zona -dentro de la reserva de la biósfera Tehuacán-Cuicatlán- tiene un reservorio de diversidad donde existen estas especies indicadoras, ya que su presencia y abundancia revelan que aún no está alterada.
Pero, ¿para qué sirve esta información? “Al elaborar listados faunísticos, podemos hacer inferencias de cómo se estructuran las comunidades de este tipo de insectos, establecer qué especies y en qué número se encuentran y determinar el papel que desempeñan dentro de la comunidad. A la larga, con esta información podemos ayudar a plantear propuestas de protección ambiental. Se trata de ciencia básica aplicada a la conservación”, afirmó la doctora Carrillo Ruiz, responsable del Laboratorio de Entomología.

 

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