Lunes, Noviembre 5, 2018
Con innovaciones en investigación y patentes, es un precursor de la nanotecnología en México
Una regla física lleva su nombre. No obstante, la mayor satisfacción de su vida académica es su encuentro con Latinoamérica, en particular con México y la BUAP, a donde llegó en 1976, invitado por el entonces rector Luis Rivera Terrazas, de manos de quien recibió el Doctorado Honoris Causa en 1980, por sus contribuciones en la fundación y avances de la física experimental aplicada del estado sólido.
En sus más de 50 años de trayectoria académica, primero en universidades alemanas, más tarde en la BUAP, el legado de Alfred Zehe es vasto: formador de recursos humanos, asesor de cientos de tesistas de licenciatura, maestría y doctorado, fundador de varias líneas de investigación y posgrados, y autor de múltiples desarrollos con algunas patentes registradas en las más potentes economías del mundo y aplicadas en la industria.
Su país, Alemania, le otorgó el Premio Nacional de Ciencia y Tecnología, mientras que la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, de Lima, lo nombró Profesorado Honorario.
Él es Alfred Zehe, Investigador Nacional Emérito del Conacyt desde 2006, la más alta categoría de este sistema.
Un egresado de la Universidad de Leipzig, donde se formó con profesores como el Nobel de Física, Gustav Hertz
Cuatro meses después del estallido de la Segunda Guerra Mundial, nació Alfred Zehe, un 23 de mayo de 1939, en Farnstädt, un pueblo situado en el centro de Alemania. Tal acontecimiento marcó su vida: la muerte de su padre en 1944 y su incursión temprana al trabajo. A la edad de 13 años comenzó a repartir periódicos; más tarde fue minero.
No obstante la crudeza de aquellos años, en 1953 inició un pasatiempo poco común para un adolescente: reunir biografías de poetas, científicos, filósofos, mentes relevantes del siglo XIX, recortadas del periódico y transcritas de su puño y letra.
Terminó la prepa con altos méritos e inició estudios universitarios en 1959, en la Universidad de Leipzig, en Alemania, institución que enseñaba física desde el siglo XV. Allí se formó bajo la tutela de profesores como el Nobel de Física, Gustav Hertz, a quien, asegura, saludaba de mano cada mañana. En esta universidad, entonces llamada Carlos Marx, estudió Física y Matemáticas y cursó sus estudios de posgrado.
Zehe, pionero de la nanotecnología en México
Alto, de figura robusta, tez colorada y pobladas cejas blancas, Zehe evoca a un roble con raíces firmes. Así también, las ideas del científico de origen alemán, quien pisa por primera vez tierras latinoamericanas en 1973, a su llegada a Chile, de donde sale tras el atentado contra el presidente Salvador Allende.
Invitado por Luis Rivera Terrazas, en 1976 llega a la BUAP y desempeña un papel importante: funda el área de la física experimental y el Laboratorio de Física del Estado Sólido, inicia el primer posgrado y asesora a los cinco primeros maestros en ciencias. Más tarde, elabora el proyecto general para la fundación del hoy Instituto de Física y orienta sus investigaciones a la nanotecnología y electrónica cuántica.
Su primera línea de investigación fue la física y química de semiconductores, orientadas a la microelectrónica y fotoelectrónica, de donde surge el primer posgrado de una universidad de provincia, fuera de la hoy Ciudad de México: la Maestría en Física. Más tarde evoluciona hacia la nanoelectrónica y nanotecnología, disciplinas en las que es pionero en México.
En 1980, ante el Consejo Universitario de la BUAP, al otorgarle el Doctorado Honoris Causa Rivera Terrazas se expresa así de Zehe: “Se trata de un eminente físico alemán de la República Democrática Alemana, quien tiene un currículum académico impresionante, por el número y calidad de sus investigaciones científicas en el campo de la física del estado sólido”.
Para el investigador -quien se siente tan mexicano como el chile verde, del cual –dice- hay que comerse uno completo seguido de una copa de tequila- la nanotecnología es la ciencia del presente y del futuro, con el impulso de grupos multidisciplinarios.
Una economía late con innovación y conocimiento
En la opinión del Investigador Nacional Emérito, México no puede permitirse el lujo de retrasar su incorporación al tren del desarrollo tecnológico.
El valor de una patente reside en su potencial utilidad económica, en su posible efecto a escala productiva y en el mercado de trabajo: “La sangre de una economía fluye con conocimiento aplicado, innovaciones, novedades técnicas y patentes. Esto es exactamente lo que la sociedad debe esperar de sus científicos. Motivarlos en ese sentido demanda, no obstante, de una corrección de la escala de valores”.
Para Alfred Zehe, autor de varias patentes, entre estas el III-Type Luminescence Diode que tiene un extenso aprovechamiento por parte de la empresa alemana Carl Zeiss Jena-Jenoptik, la ciencia implica una responsabilidad social: fortalecer la economía del país e impactar en el bienestar social.
“Lo importante de las últimas décadas es la concentración de la investigación en la resolución de problemas, en los temas esenciales y prioritarios, aquellos que sirven a la sociedad mexicana”, señala.
Otro de los inventos del también Premio Estatal de Ciencia y Tecnología en 2003, es el “Dispositivo emisor superficial de electrones desde un arreglo de montículos de carburo de silicio”. Sus ventajas: una alta densidad de corriente y bajo consumo de energía.
A más de una década de ser Investigador Nacional Emérito, primera distinción fuera de la Ciudad de México, Alfred Zehe ha acumulado logros, distinciones, reconocimientos y, sin duda, muchas satisfacciones. Una de estas, su encuentro con Latinoamérica, el Caribe y México, este último el país que lo acogió por más de 40 años y del cual le encanta su gente y su comida -y al decirlo sus ojos se hacen pequeños, evoca y saborea.
“A mí me encanta el picante, no hay cosa más rica, alegra a los mexicanos y esa alegría me encanta, ese ser del mexicano, simpático, amable”, expresa.
En su tiempo libre lee literatura y ciencia. Gusta además del cine y el teatro, los museos, mercados y artesanías mexicanas. Y aunque se declara amante de la música clásica, de Beethoven, en particular, este científico de origen alemán no duda en confesar su gusto también por la música de mariachi y de José Alfredo Jiménez, entre sus favoritas, “El rey”.
Como Investigador Nacional Emérito -el único académico de la BUAP que ha sido distinguido con el máximo reconocimiento del SNI y que ha mantenido en los últimos 12 años-, Zehe continúa su labor científica con nuevas líneas de conocimiento en nanotecnología, área en la que sigue publicando y desarrollando patentes como al inicio de su fructífera carrera académica.