Estudian la Cuenca del Río Quetzala y la Barra de Tecoanapa, en Guerrero, para establecer nuevos planes de contingencia ambiental
BUAP. 2 de junio de 2016.- Académicos del Departamento de Investigación en Ciencias Agrícolas (DICA) y alumnos de la Maestría en Ciencias Ambientales, del Instituto de Ciencias de la BUAP, evalúan el riesgo ambiental en la Cuenca del Río Quetzala que desemboca en la Barra de Tecoanapa, municipio de Marquelia, en Guerrero, con la finalidad de establecer nuevos planes de contingencia que protejan a la población del lugar.
Miguel Ángel Valera Pérez, investigador del Cuerpo Académico de Evaluación, Manejo y Conservación de Sistemas Agroproductivos y Forestales del DICA, detalló que han realizado un análisis climatológico y de incidencia de huracanes en la región; además, han estudiado los problemas de sismicidad y presencia de fallas geológicas, asociadas a los movimientos de laderas y deslaves.
Con apoyo del Conacyt y la Vicerrectoría de Investigación y Estudios de Posgrado de la BUAP, un estudiante de la Maestría en Ciencias Ambientales del ICUAP se encuentra en el Laboratorio de Análisis Climático, de la Universidad de Toronto Scarborough, capacitándose sobre la incidencia y consecuencias de los huracanes sobre esta zona del estado de Guerrero.
También, un grupo de alumnos está en la Universidad Autónoma de Madrid para trabajar sobre un enfoque holístico del funcionamiento y manejo de las reservas de la biósfera. En dicho estudio se seleccionó a España por ser uno de los países con más reservas de la biósfera en el mundo, más de 6 millones de hectáreas protegidas.
Para llevar a cabo este trabajo se cuenta con la asesoría de los académicos Raimundo Jiménez Ballesta, de la Universidad Autónoma de Madrid, y Francisco Jesús García Navarro, de la Universidad de Castilla-La Mancha, en el análisis sobre conservación y gestión ambiental, en el marco de políticas, legislación y estrategias internacionales.
Los resultados de la investigación han demostrado que la Cuenca del Río Quetzala es una zona expuesta a lluvias torrenciales y huracanes, con asentamientos urbanos sobre laderas muy pronunciadas y con presencia de fallas geológicas, por lo que dichas poblaciones están expuestas a deslaves.
“Mediante el estudio buscamos conocer cómo era originalmente la vegetación de esta región y de qué forma se ha modificado con el tiempo, a causa de las acciones del hombre. Con base en ello, podremos determinar en qué áreas corre mayor peligro la población, de ser afectadas por algún desastre ambiental”, señaló Valera Pérez.
“Otra problemática que detectamos es que a raíz del incremento de la población, los grupos marginados fueron desplazados hacia las laderas de las montañas, donde se ven obligados a desarrollar su agricultura tradicional y de subsistencia, lo que conlleva una deforestación y contribuye a aumentar las posibilidades de un deslave”, agregó.
Afirmó que existe suficiente evidencia edáfica y geológica de que en zonas montañosas se han presentado deslaves de las laderas, como parte de un proceso natural, lo cual no siempre es considerado por los habitantes, principalmente por los de alto grado de marginación social, que establecen sus viviendas en la zona.
El también doctor en Ciencias Ambientales, por la Universidad Autónoma de Guerrero, comentó que de igual forma han estudiado los niveles de eutrofización (elevada concentración de nutrientes en un ecosistema acuático determinado), de uno de los manglares pertenecientes a la Barra de Tecoanapa.
“Debido al incremento de las ciudades costeras, el manglar ha recibido constantes descargas de agua con diferentes concentraciones de compuestos, que podrían afectar el desarrollo de organismos del ecosistema del manglar, modificando de forma negativa sus propiedades naturales, por lo que las estamos evaluando”, informó.
Valera Pérez refirió que con los resultados de esta investigación, se plantearán propuestas sobre un plan de contingencia ambiental.
El equipo de investigación ha realizado otros estudios ambientales en regiones prioritarias de conservación, como Cuetzalan, Zacapoaxtla, Teziutlán, Cofre de Perote–Pico de Orizaba, los parques nacionales Izta-Popo y La Malinche, así como la Reserva de la Biósfera de Tehuacán-Cuicatlán.