Son el eslabón “faltante” entre el sistema nervioso central y el sistema nervioso periférico: Félix Luna Morales
BUAP. 12 de octubre de 2017.- Cuando se habla de neuronas se les asocia con el cerebro y la médula espinal. Sin embargo, también están presentes en otros órganos, como el corazón, el estómago y los intestinos, estos últimos con una extensa red neuronal compuesta por cien millones de células, contra 85 mil millones contenidas en la materia gris humana. En las gónadas también están presentes: sí, en los testículos y los ovarios.
¿Por qué están ahí? ¿Cuál es su función? Investigadores del Laboratorio de Neuroendocrinología de la Facultad de Ciencias Químicas de la BUAP han concluido que las neuronas de las gónadas son el eslabón “faltante” entre los sistemas nervioso central y periférico.
En la literatura especializada hay reportes de neuronas en el estómago y los intestinos; es lo que se denomina sistema nervioso entérico. Algunos lo nombran el segundo cerebro, por presentar actividad neuronal muy parecida al de los núcleos cerebrales. Otros, lo minimizan al sostener que el sistema digestivo posee una arquitectura neuronal bastante más pequeña y simple.
Pero el tema de las neuronas de los ovarios y los testículos, órganos caracterizados por producir óvulos y espermatozoides, así como hormonas: el estradiol -que caracteriza a las hembras- y la testosterona -en el caso de los machos-, es casi desconocido. Por ello, científicos de la BUAP han estudiado la presencia de estas células en las gónadas de cobayas, también nombrados conejillos de indias.
Gracias a esta investigación, “hemos concluido que las neuronas de los ovarios son parte del sistema de regulación local y de comunicación con las neuronas de la médula espinal y el cerebro”, señaló Félix Luna Morales, titular de este proyecto de investigación.
“En el caso de los testículos, las neuronas intervienen en la producción de espermatozoides y testosterona, así como en el ascenso y descenso de estos órganos en el escroto, regulan el flujo sanguíneo y la temperatura, fenómenos que se modifican en los periodos activos o pasivos de reproducción”, agregó el científico.
Para llegar a esta conclusión, los investigadores estudiaron las neuronas en las gónadas de las cobayas, particularmente los ovarios de ejemplares recién nacidos y de adultos jóvenes, para saber si la cantidad y actividad de las neuronas se modifica al adquirir la capacidad de reproducción. Con este fin utilizaron metales pesados, como el mercurio, y anticuerpos monoclonales.
De esta manera encontraron neuronas aisladas y neuronas agrupadas en ganglios, con extensiones que integran redes de forma redonda, fusiforme y multipolar. Las pequeñas miden de 7 a 15 micras; es decir, de 7 a 15 millonésimas partes de metro; las medianas de 16 a 25 y las grandes de 26 a 40 micras.
Todas positivas a NeuN y a cFos, lo que indica que son neuronas activas, y a TH, SP, CGRP, TRPV1 y NADPHd, señal de producir diversos mensajeros químicos: noradrenalina, sustancia P, péptido relacionado con el gen de la calcitonina, receptor a vaniloides de potencial transitorio 1 y NAPH-diaforasa, respectivamente.
Descubrieron que las cobayas jóvenes tuvieron mayor cantidad de neuronas y mayor cantidad de conexiones entre ellas, en comparación con los animales recién nacidos. “Hemos propuesto que las neuronas intrínsecas de los ovarios son parte del sistema de regulación local y de comunicación con las neuronas de la médula espinal y el hipotálamo”, destacó el investigador.
En los testículos, las neuronas tienen las mismas formas, pero diferente cantidad y distribución. Para Luna Morales aún hay interrogantes, como estudiar lo que sucede en los animales viejos y en los que no pueden reproducirse. En los animales seniles, las neuronas disminuyen en cantidad y en actividad. Otra cuestión es estudiar lo que ocurre en enfermedades, como el cáncer de ovarios y cáncer de testículos. Las respuestas aún se desconocen y son motivo de estudios futuros. En la BUAP, planean continuar con estas investigaciones.