Miguel Negrete, Felipe Reozábal y Porfirio Díaz tuvieron una actuación sobresaliente. Formaron parte de un ejército que peleó con muchas carencias
BUAP. 4 de mayo de 2017.- El gran ejército francés fue derrotado por los mexicanos en las cercanías de la ciudad de Puebla. El 5 de mayo de 1862 fue y será recordado como una de las fechas más emblemáticas del orgullo nacional, pues el país obtuvo una de sus escasas victorias frente a invasores, en este caso, ante uno de los más capacitados del mundo. No obstante el júbilo, entre los mexicanos hubo quienes sí apoyaron a los extranjeros, aseveró Arturo Aguilar Ochoa, historiador de la BUAP.
Incluso en Puebla, continuó el académico y escritor, hubo un sector muy importante que estaba a favor de la intervención francesa, al considerarla como una alternativa a toda una trayectoria de problemas que venía arrastrando el país desde su independencia.
Previo a la segunda intervención de Francia, explicó, México era un país dividido entre quienes apoyaban el proyecto conservador y quienes promovían una ideología liberal. Por ello, los europeos encontraron apoyo en un gran grupo de mexicanos que facilitaron su llegada. Entre estos personajes se encuentran Juan Nepomuceno Almonte y Leonardo Márquez.
El investigador del Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades “Alfonso Vélez Pliego” de la BUAP enlistó divisiones internas, intervenciones exteriores por parte de Estados Unidos -que ocasionaron la pérdida de la mitad del territorio nacional-, golpes de estado, luchas entre centralistas y federalistas y la falta de un gobierno fuerte que hiciera frente a las problemáticas del país, como las causas de los enfrentamientos políticos entre conservadores y liberales.
En Puebla todo esto detonó que varios grupos sociales apoyaran la intervención francesa. “Se ha dicho que el 5 de mayo fue un momento crucial para la identidad del país, pero también hay que entender que fue, para algunos, un intento fallido de su búsqueda de un mejor México”, comentó.
En este sector se encuentra la Iglesia, que veía en los europeos una posibilidad de recuperar los privilegios -bienes y poder político e ideológico- que había perdido con la promulgación de las Leyes de Reforma. Entre sus destacados miembros se encuentra el padre Miranda -Francisco Javier Miranda- y monseñor Ignacio Antonio Labastida y Ávalos, poblanos que trabajaron en la instalación de la monarquía de Maximiliano de Habsburgo.
Así también las clases altas –principalmente hacendados y comerciantes-, que estaban cansadas de que el país no avanzara hacia un destino de progreso y desarrollo, o que habían sido afectadas por diversas circunstancias.
Con la victoria del ejército de la República Mexicana, bajo el mando del general Ignacio Zaragoza, frente a la sofisticada milicia del Segundo Imperio Francés, dirigido por Charles Ferdinand Latrille, los americanos obtuvieron un momento cumbre para la unificación de su país. “Permitió que los grupos críticos al gobierno tuvieran confianza en el gobierno republicano, que demostró su capacidad para enfrentar potencias extranjeras como Francia. Es decir, la Batalla del 5 de Mayo tuvo un efecto unificador”, destacó Aguilar Ochoa.
“Señor Presidente: deseo que nuestro querido México, hoy tan desgraciado, sea feliz y respetado por todas las naciones”, Ignacio Zaragoza
Los medios de comunicación de aquel entonces tuvieron un papel fundamental en la unificación del país y la consolidación de la Batalla del 5 de Mayo, como una de las más significativas de la identidad nacional, comentó Aguilar Ochoa, autor del libro Las Glorias Nacionales (2013), editado por la BUAP y el Colegio de Puebla, y coordinador de la publicación El sitio de Puebla, 150 aniversario (2015), que contiene trabajos del seminario que al respecto convocaron la BUAP y el Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México (INEHRM).
Tras la notificación que vía telégrafo enviara el general Ignacio Zaragoza al presidente Benito Juárez de la inesperada victoria del ejército mexicano, el sector republicano emprendió una propaganda muy importante para consolidar a la Batalla del 5 de Mayo como un símbolo de fuerza y poder de los liberales, y demostrar que no estaban equivocados.
“La noticia se conoció por telégrafo en todo el país, se propagó a estados muy alejados como Yucatán, Chiapas y Guerrero. En diversas ciudades hubo manifestaciones públicas en los que se expresaba el apoyo a los defensores de la patria. Benito Juárez inmediatamente condecoró a muchos de los que participaron. Los periódicos dieron sus titulares a la victoria de México”.
“La prensa, las novelas y revistas ilustradas -muy pocas en ese siglo-, incluso algunos caricaturistas famosos, dieron a conocer a la población la importancia de la victoria. Se crearon piezas musicales especiales para su celebración. Desde este momento comenzó a constituirse en una efeméride que había que celebrarse, en un momento histórico que debía tener una resonancia no sólo en Puebla, sino en todo el país. En esta labor, los medios de comunicación jugaron un papel muy efectivo”, señaló.
El héroe al que la colonia Joaquín Colombres le debe su nombre
Considerado ahora como un dictador, Porfirio Díaz contribuyó de forma importante en la Batalla del 5 de Mayo, en ese entonces como general del Ejército de la República Mexicana. “Sin restar el mérito que tuvo la estrategia del general Zaragoza para la victoria en Puebla, también hubo otros personajes que ayudaron a que se obtuviera la batalla, combatientes brillantes como el general poblano Miguel Negrete, Felipe Reozábal y el mismo general Porfirio Díaz, quienes tuvieron una actuación sobresaliente durante el enfrentamiento.
Ellos formaron parte de un ejército mexicano que peleó con muchas carencias: sin uniformes y con pocas armas, sin disciplina militar ni capacitación y reclutando hombres de manera forzada. “A pesar de ello, tuvieron la valentía para enfrentar a los franceses, y en ese sentido se reconoce a los indígenas de Zacapoaxtla”, comentó el investigador de la BUAP, nivel II del Sistema Nacional de Investigadores, quien sostuvo que estos no fueron los únicos en participar, también provenían de otros pueblos cercanos como Teziutlán y Huajuapan de León.
“La victoria no fue exclusiva del general Zaragoza, cuyo papel al frente de la estrategia militar fue imprescindible para el éxito de los americanos, sino de la participación de todos estos grupos, incluyendo algunos habitantes de la propia ciudad de Puebla, que pese a tener un grupo significativo de personas que apoyaban la invasión, también ofreció ayuda por parte de varios sectores, como ingenieros militares, tal es el caso de Joaquín Colombres, en cuyo honor se nombró a una colonia de la capital del estado.
Entre quienes colaboraron se encuentra el propio Benito Juárez, quien visitó a los soldados antes de la batalla para motivarlos. Estuvo en la Plaza Mayor y en lo que fue la penitenciaría de la urbe, ahora el Museo del Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos de Puebla, cerca del Paseo Bravo.
Puebla es fundamental para entender el periodo 1862-1867 de México: Aguilar Ochoa
La Batalla del 5 de Mayo fue importante para Puebla y el país porque se ganó algo que no se esperaba. Sin embargo, la población de la ciudad se vio más afectada por el sitio que sufrió un año después que por el propio enfrentamiento.
“Un año después de su derrota, los franceses volvieron con un mayor número de soldados para sitiar la ciudad, con el fin de borrar la idea de que en México se les humilló. Fue cuando los poblanos vivieron un sitio de 62 días, tiempo en el que muchas personas sufrieron hambre y murieron debido a la estrategia fallida del zacatecano Jesús González Ortega”, narró el historiador.
Una vez más, continuó, con este sitio Puebla se vuelve protagonista en la vida del país. Y lo vuelve a hacer por tercera ocasión, esta vez hasta el 2 de abril de 1967, cuando se libró otra batalla.
“Puebla sufrió la destrucción de muchos edificios, tuvo muchas muertes durante la intervención de Francia. Esto demuestra que era una de las ciudades más importantes del país, en ese entonces la segunda en todo el territorio nacional. No había otra ciudad de provincia con el mayor número de población que fuera Puebla. México tenía aproximadamente 200 mil habitantes y Puebla 70 mil; Monterrey apenas llegaba a los 10 mil”, refirió.
De aquí, que la ciudad de Puebla fue fundamental durante la Intervención Francesa y el Imperio de Maximiliano –de 1862 a 1867-, más que en otros periodos, como la Revolución Mexicana o la Independencia. “Yo creo que la ciudad es fundamental para entender este momento de la historia nacional y por ello habrá que rescatar su papel”.