Miércoles, Mayo 30, 2018
En la BUAP estudian los efectos de la nicotina en la corteza cerebral y en el comportamiento de las personas
Concientizar a la población sobre el efecto del tabaco en la salud y fomentar un periodo de abstinencia, es el motivo por el cual desde 1987 el 31 de mayo se conmemora el Día Mundial sin Tabaco. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, este producto es responsable de la muerte de más de 7 millones de personas al año. De esta cifra, más de 6 millones son consumidores y cerca de 890 mil no son fumadores pero están expuestos al humo.
Datos de la Encuesta Nacional de Consumo de Drogas, Alcohol y Tabaco (ECODAT), 2016 y 2017, señalan que en México anualmente mueren 43 mil personas por enfermedades atribuibles al tabaquismo, lo que representa 8.4 del total de decesos en el país. En el humo de tabaco existen al menos 69 carcinógenos que pueden estar involucrados en el desarrollo de varios tipos de cáncer.
En el caso de Puebla, esta encuesta reporta que hay 683 mil fumadores, 121 mil mujeres y 562 mil hombres, de los cuales 142 mil fuman diario y 542 mil ocasionalmente.
En el Instituto de Fisiología de la BUAP, un grupo de investigadores del Laboratorio de Neuromodulación estudia cómo el consumo de tabaco, principal modo de ingesta de la nicotina, genera cambios neuroadaptativos que se traducen en alteraciones emocionales y conductuales.
La nicotina es un alcaloide que al llegar al cerebro puede aumentar la cantidad de dopamina a nivel celular e incrementar la excitabilidad neuronal, efectos que a largo plazo producen cambios neuroadaptativos en la corteza cerebral y en su comportamiento.
Jorge Luis Valente Flores Hernández, titular de este laboratorio, comentó que la depresión, los cambios bruscos y profundos de conducta, e incluso actos de violencia, son estados psicóticos cuyo origen se vincula con la alteración de la neuroquímica por el uso de drogas, como la nicotina, así como a la constante tensión emocional a la que son expuestas las personas. Todo esto favorece a los estados de sobre estimulación neuronal, mismos que modifican la corteza cerebral.
Asimismo, explicó que si una mujer embarazada fuma, “la nicotina genera cambios neuroadaptativos en el embrión, que se hacen evidentes cuando la persona llega a la edad adulta, pues sus corrientes iónicas neuronales son más grandes, incluso duplican a los de los seres humanos con actividad iónica normal”.
Cada vez que una célula permite el movimiento de iones, estos pueden aumentar su excitabilidad o estrés y realizar más rápido su función, que en el caso de las neuronas relacionadas con el pensamiento y las emociones.
Flores Hernández explicó que la nicotina eleva en las neuronas los niveles de estrés, pero también de dopamina, que dota de mayor capacidad de atención a las personas e incrementa la actividad locomotora, por lo que llega a generar estados de adicción por el efecto de la dopamina en el centro de placer en el cerebro.
No obstante, el consumidor regular de tabaco requerirá de mayores dosis para satisfacer esas necesidades que en muchas ocasiones se asocian con el placer.
El experto dio a conocer que muchas de las moléculas más importantes para el funcionamiento bioquímico del ser humano utilizan nicotina -nicotiana tabacum- o sus derivados, como la moléculas NAD –dinucleótido de nicotinamida y adenina. Mientras que esta se encuentra en cada una de las células humanas, en el medio ambiente no hay nicotina libre. La nicotina actúa por la activación errónea de receptores del neurotransmisor acetilcolina, agente neuromodulador en sistema nervioso central y el causante de la contracción muscular en músculo estriado.
“Cada vez que se consume nicotina externa, el alcaloide viaja a través de la sangre y llega al cerebro, aumenta la actividad de las neuronas que producen dopamina: una molécula que ayuda a las personas a centrar su atención, enfocar. Efectos que también producen las anfetaminas y la cocaína”.
Finalmente precisó que otros agentes que tienen importantes implicaciones en las dinámicas neuronales son los ambientes de alta tensión psicológica y emocional en los que se desarrolla un individuo de forma constante, de tal manera que, independientemente si son fumadores o no, su comportamiento cerebral sufrirá modificaciones.