La lectura en voz alta a los niños más pequeños les genera formas expresivas, narrativas y descriptivas
Se trabajó con lactantes del Círculo Infantil, a quienes se les impartió una sesión semanal
BUAP. 30 de junio de 2016.- Los bebés de 0 a 3 años pueden y deben tener experiencias cotidianas de lenguaje escrito. La lectura de acervos de calidad es una actividad que permite acercarles historias y formas expresivas, lo cual contribuye a su desarrollo. Por la importancia de dicho tema, Alma Carrasco Altamirano, profesora de la Facultad de Administración de la BUAP y especialista en temas de lectura, desarrolló un proyecto de investigación aplicada en el Circulo Infantil de la Institución.
La lectura en voz alta a los niños más pequeños los nutre de formas expresivas, narrativas y descriptivas, que de otra forma son escasas. Para probar posibilidades de intervención en espacios de cuidado infantil, la doctora en Educación por la Universidad Autónoma de Aguascalientes, junto con su equipo de trabajo, observó en los infantes sus reacciones y el tipo de participación que tenían en sesiones de lectura conducidas por adultos mediadores, durante 30 minutos una vez por semana.
Fueron cuatro las condiciones cuidadas en esta intervención: colecciones de libros de calidad para los más pequeños, entornos que cambian con la llegada de los libros, mediadores que leen para los bebés en voz alta y tiempo programado de lectura. Estas cuatro condiciones se cumplieron en las situaciones de lectura diseñadas, para probar que es posible hacer de la lectura una actividad cotidiana en los espacios de cuidado infantil, aseveró.
Acervos de calidad
Alma Carrasco Altamirano, quien también forma parte de la mesa directiva del Consejo Puebla de Lectura, A.C., indicó que la lectura en niños es un tema emergente en la educación; sin embargo, existen pocas propuestas para abordarlo.
Uno de los principales retos, dijo, es tener acervos de calidad, tanto informativos como de narración, que sean valorados por los propios infantes. “Se requieren libros –en plural- y de calidad, los cuales se ponen a prueba con los infantes; es decir, si no llama la atención de un adulto, mucho menos atraerá el interés de un niño”, consideró la académica.
Para un espacio de lectura infantil, señaló que se necesitan 100 libros como mínimo para un grupo de 20. De esta cantidad, el 50 por ciento debe corresponder a material informativo y el resto a literatura. También es relevante tener diferentes propuestas gráficas y autores, para poner a disposición de los pequeños lectores una amplia variedad de títulos de acuerdo con su edad. En especial, la mayoría del acervo tiene que ser de cartoné o cartón, para que interactúen con ellos de manera segura.
En marcha hacia la lectura
Una vez seleccionado el acervo bibliográfico y el grupo de estudio, lactantes 1 y 2 del Círculo Infantil de la BUAP, se puso en marcha el ejercicio. Para marcar su inicio, los adultos mediadores llegaron con canastas de textos que colocaron en el centro del salón de clases.
En intervenciones de media hora, leyeron diferentes materiales bibliográficos a cuatro grupos de infantes. En su mayoría, las obras versaron sobre narraciones de historias cotidianas, procesos de su propio crecimiento y canciones.
Para complementar el proyecto, se impartió una plática introductoria a los mediadores y un taller a los padres de familia, con la finalidad de explicarles la importancia de esta actividad y que confiaran en la colección de libros seleccionada, pero sobre todo en los niños. “Al momento de leer, no se trata de describir las acciones o personajes, sino únicamente leer, porque en este proceso cambia la entonación y el infante la percibe”, explicó la doctora Carrasco Altamirano.
Conforme transcurrió la actividad, se observó que el entorno cambió con la llegada de los libros, puesto que los niños relacionaron el proceso de lectura con la llegada de las canastas de textos.
También, se apreciaron dos momentos en el proceso. El primero cuando los infantes ven al mediador y siguen con la mirada su expresión, conforme avanza la lectura. El segundo, cuando ellos toman la iniciativa de elegir algún material, en el caso de los más pequeños para morderlo y conocerlo, y los mayores para intentar narrar la historia.
Los resultados de este proyecto de investigación aplicada en el Circulo Infantil, durante el ciclo escolar 2014-2015, permitieron confirmar cuatro condiciones para generalizar las propuestas de lectura en espacios de cuidado infantil: colecciones de libros de calidad para los más pequeños, entornos que cambian con la llegada de los libros, mediadores que leen para los bebés en voz alta y tiempo programado de lectura.
Leer a los bebés es fundamental porque posibilita intercambios de lenguaje entre los adultos encargados de su cuidado y los bebés, además de ofrecer a los pequeños oportunidades de estar en contacto con narrativas completas y discursos estructurados, que sin los libros difícilmente estarían presentes en sus vidas, puntualizó Carrasco Altamirano.